miércoles, 9 de marzo de 2011

Enséñame oh Dios, el camino de tus estatutos, y los guardaré hasta el fin. Salmo. 119:33


¡Bienvenidos a clase!

                                                       
Estimados padres de familia y queridos estudiantes:


  Con enorme alegría hemos iniciado un nuevo año escolar, por ello quiero expresar un cariñoso saludo de bienvenida y mis más sinceros deseos para este año escolar que recién comienza.

   Al igual que el año anterior tenemos grandes metas en el área académica y formativa. Espero contar con el apoyo de cada uno de ustedes para que juntos podamos lograr esas metas.
                                           




Los temas que vamos a estudiar en la unidad Nº1  del primer trimestre para tercero y cuarto grado son los siguientes:

Español: 3º

  •    El lenguaje como sistema de comunicación.
  •    Lectura de diferentes textos.
  •    El diccionario
  •    El alfabeto   
 Español: 4º
  •            El lenguaje como sistema de comunicación.
  •           Lectura oral y silenciosa de textos     
  •           Los signos de puntuación
  •           La sílaba
       Este trimestre estaremos trabajando  el valor de la responsabilidad. Por ello les invito a leer los siguientes cuentos que tratan tan importante valor.





       La responsabilidad es cumplir siempre con los deberes o cosas que tengo que hacer.
      La responsabilidad te ayudará a lograr metas y objetivos en cualquier etapa de tu vida.



   

Un encargo insignificante

Valor educativo : responsabilidad y constancia.

El día de los encargos era uno de los más esperados por todos los niños en clase. Se celebraba durante la primera semana del curso, y ese día cada niño y cada niña recibía un encargo del que debía hacerse responsable durante ese año.
Como con todas las cosas, había encargos más o menos interesantes, y los niños se hacían ilusiones con recibir uno de los mejores. A la hora de repartirlos, la maestra tenía muy en cuenta quiénes habían sido los alumnos más responsables del año anterior, y éstos eran los que con más ilusión esperaban aquel día. Y entre ellos destacaba Rita, una niña amable y tranquila, que el año anterior había cumplido a la perfección cuanto la maestra le había encomendado. Todos sabían que era la favorita para recibir el gran encargo: cuidar del perro de la clase.
Pero aquel año, la sorpresa fue mayúscula. Cada uno recibió alguno de los encargos habituales, como preparar los libros o la radio para las clases, avisar de la hora, limpiar la pizarra o cuidar alguna de las mascotas. Pero el encargo de Rita fue muy diferente: una cajita con arena y una hormiga. Y aunque la profesora insistió muchísimo en que era una hormiga muy especial, Rita no dejó de sentirse desilusionada.

La mayoría de sus compañeros lo sintieron mucho por ella, y le compadecían y comentaban con ella la injusticia de aquella asignación. Incluso su propio padre se enfadó muchísimo con la profesora, y animó a Rita a no hacer caso de la insignificante mascotilla en señal de protesta. Pero Rita, que quería mucho a su profesora, prefería mostrarle su error haciendo algo especial con aquel encargo tan poco interesante:
- Convertiré este pequeño encargo en algo grande -decía Rita.
Así que Rita investigó sobre su hormiga: aprendió sobre las distintas especies y estudió todo lo referente a su  hábitat y costumbres, y adaptó su pequeña cajita para que fuera perfecta. Cuidaba con mimo toda la comida que le daba, y realmente la hormiga llegó a crecer bastante más de lo que ninguno hubiera esperado...
Un día de primavera, mientras estaban en el aula, se abrió la puerta y apareció un señor con aspecto de ser alguien importante. La profesora interrumpió la clase con gran alegría y dijo:
- Este es el doctor Martínez. Ha venido a contarnos una noticia estupenda ¿verdad?
- Efectivamente. Hoy se han publicado los resultados del concurso, y esta clase ha sido seleccionada para acompañarme este verano a un viaje por la selva tropical, donde investigaremos todo tipo de insectos. De entre todas las escuelas de la región, sin duda es aquí donde mejor  han cuidado la delicada hormiga gigante que se les encomendó. ¡Felicidades! ¡Serán unos ayudantes estupendos!.

Ese día todo fue fiesta y alegría en el colegio: todos felicitaban a la maestra por su idea de apuntarles al concurso, y a Rita por haber sido tan paciente y responsable. Muchos aprendieron que para recibir las tareas más importantes, hay que saber ser responsable con las más pequeñas, pero sin duda la que más disfrutó fue Rita, quien repetía para sus adentros "convertiré ese pequeño encargo en algo grande" 




                                       El payaso descuidado

Valor educativo : responsabilidad y cuidado con las cosas.

Había una vez un payaso llamado Limón. Era muy divertido, pero también muy descuidado, y con casi todo lo que hacía terminaba rompiéndose la chaqueta, o haciéndose un agujero en el calcetín, o destrozando los pantalones por las rodillas.
Todos le pedían que tuviera más cuidado, pero eso era realmente muy aburrido, así que un día tuvo la feliz idea de comprarse una máquina de coser de las buenas. Era tan estupenda que prácticamente lo cosía todo en un momento, y Limón apenas tenía que preocuparse por cuidar las cosas.
Y así llegó el día más especial de la vida de Limón, cuando todos en su ciudad le prepararon una fiesta de gala para homenajearle. Ese día no tendría que llevar su colorido traje de payaso, ese día iría como cualquier otra persona, muy elegante, con su traje, y todos hablarían de él. Pero cuando aquella noche fue a buscar en su armario, no tenía ni un solo traje en buen estado. Todos estaban rotos con decenas de cosidos, imposibles para presentarse así en la gala.

Limón, que era rápido y listo, lo arregló presentándose en la gala vestido con su traje de payaso, lo que hizo mucho gracia a todos menos al propio limón, que tanto había soñado con ser él por una vez el protagonista de la fiesta, y no el payaso que llevaba dentro...
Al día siguiente, muy de mañana, Limón sustituyó todos sus rotos trajes, y desde entonces, cuidaba las cosas con el mayor esmero, sabiendo que poner un remedio tras otro, terminaría por no tener remedio.